Resumen en una frase

La testosterona es clave en músculo, hueso, metabolismo, ánimo y sexualidad; con la edad tiende a descender, pero hábitos inteligentes y, en casos seleccionados, terapias bien indicadas y monitorizadas pueden restaurar la vitalidad con seguridad.

Contenido

¿Qué es la testosterona y por qué importa?

La testosterona es una hormona esteroidea de la familia de los andrógenos producida, principalmente, en los testículos y, en menor medida, en ovarios y glándulas suprarrenales. Tradicionalmente asociada a rasgos «masculinos», en realidad actúa como un regulador sistémico que afecta a prácticamente todos los tejidos: favorece la síntesis de proteínas en el músculo, contribuye a la formación y mantenimiento del hueso, modula la producción de glóbulos rojos, influye en el reparto de la grasa corporal, participa en el deseo y la respuesta sexual y ejerce efectos neuropsicológicos sobre motivación, ánimo y vitalidad. En mujeres sus concentraciones son inferiores, pero su papel en energía, sexualidad y salud ósea es relevante. Entender su fisiología es esencial para distinguir el envejecimiento saludable de un déficit que merite intervención.

El declive con la edad: qué es normal y qué no

A partir de la cuarta década, los niveles de testosterona total tienden a disminuir de forma gradual. Esta caída promedio anual puede parecer modesta, pero acumulada durante décadas conduce a diferencias clínicamente significativas. No todas las personas envejecen igual: la genética, el porcentaje de grasa visceral, la actividad física, el sueño, el alcohol, el estrés o enfermedades como la diabetes condicionan el ritmo del declive. En algunos varones, la combinación de hipogonadismo funcional por obesidad y sedentarismo con cambios testiculares propios de la edad conduce a síntomas que impactan la vida diaria. En mujeres, la transición menopáusica también implica un descenso relativo de andrógenos, con posibles efectos sobre vitalidad y deseo sexual. Distinguir entre variación fisiológica y déficit clínico exige evaluar síntomas, analíticas seriadas y contexto cardiometabólico.

Síntomas, señales y cuándo consultar

Los síntomas de testosterona baja son inespecíficos y se superponen con el envejecimiento normal, por lo que conviene interpretarlos como un patrón. La fatiga persistente que no mejora con descanso, la pérdida de masa y fuerza pese a entrenar, el aumento de grasa abdominal, los cambios de humor con apatía o irritabilidad, el descenso del deseo sexual y, en varones, la disfunción eréctil son señales de alerta. Otros indicadores incluyen sueño poco reparador, menor capacidad de concentración y descenso del rendimiento físico. En mujeres puede haber descenso marcado de energía e interés sexual. Si varias de estas manifestaciones persisten durante semanas y afectan a la calidad de vida, es razonable consultar y valorar una evaluación hormonal integral.

Consejo: no te auto‑diagnostiques sólo por un síntoma aislado. La combinación de síntomas, su intensidad y su evolución temporal, junto a una analítica correcta, orientan el diagnóstico.

Cómo se mide: pruebas y umbrales orientativos

La evaluación comienza con testosterona total en ayunas por la mañana (idealmente entre 7‑11 h) en dos días distintos. En personas con alteraciones de la proteína transportadora (SHBG) —por obesidad, hipertiroidismo, cirrosis, fármacos o edad— la testosterona total puede ser engañosa; en estos casos se calcula o mide testosterona libre para estimar la fracción biológicamente activa. Un resultado bajo acompañado de síntomas justifica análisis ampliados: LH/FSH para distinguir origen testicular o hipofisario, prolactina si hay sospecha de hiperprolactinemia, hemograma, perfil lipídico y glucémico, función tiroidea y, en varones, antígeno prostático específico (PSA) antes de iniciar tratamiento. Los umbrales diagnósticos varían entre guías, pero muchas sociedades sitúan la testosterona total matutina por debajo de ~300 ng/dL (10,4 nmol/L) como punto de corte orientativo cuando coexisten síntomas significativos.

Importante: los rangos de referencia dependen del laboratorio, la técnica y la edad. No inicies ni suspendas tratamientos sin criterio médico individualizado.

Efectos en músculo, hueso y metabolismo

La testosterona estimula la síntesis proteica y favorece el mantenimiento de fibras musculares de contracción rápida, fundamentales para la potencia y la prevención de caídas. Cuando desciende, aumenta la sarcopenia y se pierde fuerza, lo que se traduce en menor movilidad y más riesgo de fragilidad. A nivel óseo, interviene indirectamente en el remodelado y, junto con los estrógenos (también presentes en varones vía aromatización), ayuda a preservar la densidad mineral. Un déficit sostenido eleva el riesgo de osteopenia y fracturas. En el metabolismo, niveles bajos se asocian a resistencia a la insulina, mayor grasa visceral y síndrome metabólico. También puede disminuir la producción de glóbulos rojos, contribuyendo a anemia leve y cansancio. Por ello, optimizar el entorno hormonal —con hábitos o tratamientos— repercute positivamente en composición corporal, glucemia y salud cardiovascular global.

Ánimo, cognición y sexualidad

Más allá del cuerpo, la testosterona influye en motivación, vitalidad y respuesta al estrés. Valores insuficientes se vinculan con peor estado de ánimo, irritabilidad y apatía, y algunas investigaciones han observado asociaciones con rendimiento cognitivo más bajo en dominios como la atención sostenida. En sexualidad, la hormona interviene en el deseo y, en varones, facilita la fisiología de la erección a través de vías endoteliales y óxido nítrico; no obstante, la disfunción eréctil es multifactorial y exige evaluar factores vasculares, neurológicos y psicológicos. En mujeres, una disponibilidad adecuada de andrógenos puede contribuir a la motivación sexual y a la percepción de energía, especialmente tras la menopausia, siempre dentro de rangos fisiológicos y bajo indicación experta cuando se valora terapia.

Testosterona en mujeres 50+

En mujeres, los andrógenos circulan a concentraciones menores pero cumplen funciones importantes en hueso, ánimo y sexualidad. Tras la menopausia, la producción ovárica disminuye y, en algunas mujeres, aparecen fatiga marcada, descenso del interés sexual y menor respuesta. En casos seleccionados y cuidadosamente evaluados, se puede considerar terapia con testosterona en dosis fisiológicas para tratar el trastorno del deseo sexual hipoactivo, evitando niveles suprafisiológicos que conllevan efectos indeseados (acné, hirsutismo, alopecia, disfonía). La indicación debe realizarse por profesionales con experiencia, con seguimiento clínico y analítico y priorizando formulaciones estandarizadas. Muchas de las estrategias no farmacológicas —fuerza, sueño, manejo del estrés— también mejoran la vitalidad en esta etapa.

Terapia de reemplazo (TRT): beneficios, riesgos y seguimiento

La terapia de reemplazo con testosterona busca restaurar niveles fisiológicos en personas con déficit confirmado y síntomas relevantes. Los beneficios más consistentes incluyen mejora del deseo sexual, de la función eréctil en combinación con abordajes vasculares, aumento de masa magra, reducción de grasa visceral y ganancias en densidad mineral ósea. También suelen reportarse mejoras en vitalidad y estado de ánimo cuando existía hipogonadismo. Sin embargo, como toda terapia activa, la TRT requiere selección cuidadosa y monitorización estrecha. Efectos adversos posibles: policitemia (elevación del hematocrito), empeoramiento de apnea del sueño no tratada, edema, sensibilidad mamaria, acné o cambios en el volumen prostático. En varones con antecedente reciente de cáncer de próstata o con cáncer de mama masculino, la TRT está contraindicada; en enfermedad prostática establecida o PSA elevado se exige evaluación urológica previa. El balance riesgo‑beneficio debe personalizarse y documentarse con consentimiento informado.

Seguimiento recomendado (orientativo)

Momento Parámetros clave Objetivo
Antes de iniciar Testosterona total (± libre), SHBG, LH/FSH, hemograma, perfil lipídico y glucémico, TSH; PSA y tacto rectal según edad/riesgo; evaluar apnea del sueño Confirmar diagnóstico y riesgos; establecer línea base
6–12 semanas Testosterona (en punto valle según forma), hematocrito, síntomas, PSA si procede Alcanzar rango fisiológico; ajustar dosis
3–6 meses Repetir controles; valorar efectos en composición corporal y ánimo Optimización y seguridad
Anualmente Hematocrito, PSA/rol urológico según recomendaciones, perfil cardiometabólico Mantener eficacia y minimizar riesgos
La TRT suprime la espermatogénesis: si el objetivo es mantener o lograr fertilidad, existen alternativas (gonadotropinas, clomifeno) que debe valorar un especialista.

Formas de TRT: comparativa práctica

Elegir formulación no es sólo una cuestión de comodidad: influye en la estabilidad de niveles, en la piel y en la logística de controles. A continuación, una guía comparativa para conversar con el profesional:

Forma Administración Ventajas Inconvenientes Perfil de uso típico
Gel transdérmico Aplicación diaria en piel limpia y seca Niveles más estables; fácil ajuste; no invasivo Riesgo de transferencia por contacto; irritación cutánea; adherencia diaria Quien prioriza estabilidad y control fino de dosis
Solución transdérmica Gotas/spray en áreas específicas Dosis graduable; rápida aplicación Consideraciones similares al gel; variabilidad cutánea Preferencia por aplicación tópica precisa
Inyectable de acción corta Intramuscular/subcutánea cada 1–2 semanas Coste menor; potente; posible autoinyección Picos y valles si no se fracciona; molestias locales Quien tolera inyecciones y busca coste‑efectividad
Inyectable de acción prolongada Intramuscular con intervalos más largos Comodidad por menor frecuencia Ajuste más lento; control de niveles menos flexible Quien valora espaciar visitas/inyecciones
Parches Adhesivo nocturno en piel Ritmo circadiano más fisiológico Dermatitis por contacto; visibilidad Piel tolerante a adhesivos; preferencia por rutina nocturna
Pellets subcutáneos Implante cada varios meses (procedimiento) Muy baja carga diaria Ajuste complejo; procedimiento menor; variabilidad Quien prefiere mínima gestión cotidiana

Estrategias naturales con evidencia

Antes o junto a cualquier terapia, optimizar el estilo de vida es la base. El entrenamiento de fuerza —2‑4 sesiones semanales enfocadas en grandes grupos musculares y progresión de cargas— es la intervención con mayor impacto en composición corporal y función. El sueño consolidado de 7‑8 horas favorece el eje hormonal; la restricción crónica de sueño reduce la testosterona en pocos días. El peso saludable, particularmente la reducción de grasa visceral mediante dieta rica en proteína de calidad, fibra, frutas/verduras y grasas saludables (aceite de oliva virgen extra, frutos secos, pescado azul), mejora la sensibilidad a la insulina y libera freno sobre el eje gonadal. El manejo del estrés con técnicas de respiración, meditación guiada o paseos al aire libre disminuye el exceso de cortisol, que compite con la síntesis androgénica. Moderar el alcohol y revisar fármacos que puedan deprimir el eje (opioides, glucocorticoides crónicos) completa el enfoque.

Impacto estimado por intervención

Estrategia Evidencia Efecto esperado Notas de implementación
Entrenamiento de fuerza Alta Mejora masa magra, fuerza y sensibilidad a insulina; efecto androgénico indirecto Rutina progresiva, 2–4 días/semana; prioridad en básicos (sentadilla, empujes, tracciones)
Sueño 7–8 h, regular Moderada‑alta Evita descensos agudos de testosterona; mejora ánimo Higiene del sueño; luz natural por la mañana; limitar pantallas nocturnas
Pérdida de grasa visceral Alta Reduce aromatización a estrógenos; mejora eje HPT Dieta mediterránea alta en proteína; déficit calórico moderado; caminar posprandial
Manejo del estrés Moderada Menos cortisol; mejor libido y energía Respiración 4‑7‑8, meditación 10 min/día, naturaleza
Vitamina D y zinc suficientes Moderada (si déficit) Normaliza si hay carencias; no «suprarrecarga» Analítica y corrección dirigida; exposición solar prudente

Suplementos: qué dice la ciencia

Los suplementos no sustituyen hábitos ni resuelven hipogonadismos verdaderos, pero corregir deficiencias puede marcar la diferencia. La vitamina D insuficiente es frecuente en mayores y su corrección puede mejorar parámetros hormonales en personas con déficit. El zinc es esencial para la esteroidogénesis; su reposición está indicada si hay carencia documentada o dietas muy restrictivas. La DHEA, esteroide suprarrenal precursor, muestra resultados mixtos; puede tener utilidad en subgrupos y en mujeres posmenopáusicas seleccionadas, pero requiere supervisión. Extractos herbales populares (p. ej., ashwagandha, fenogreco) cuentan con estudios pequeños y heterogéneos; pueden apoyar el manejo del estrés y el rendimiento percibido, pero la magnitud del efecto hormonal es variable. Evita megadosis, combinaciones opacas o promesas «milagro»; prioriza calidad, trazabilidad y asesoramiento profesional.

Seguridad, contraindicaciones y consentimiento informado

La seguridad guía cualquier intervención. La TRT está contraindicada en cáncer de próstata activo o de mama masculino, y se pospone en eventos cardiovasculares recientes hasta estabilización. Un hematocrito elevado requiere ajustes o suspensión por riesgo trombótico. La apnea del sueño debe evaluarse y tratarse. El deseo de fertilidad exige alternativas porque la TRT reduce la espermatogénesis. Cualquier sospecha de crecimiento prostático acelerado o incremento sostenido del PSA implica derivación urológica. El consentimiento informado debe recoger beneficios esperados, incertidumbres (especialmente en riesgo cardiovascular a largo plazo), alternativas no farmacológicas y el plan de seguimiento.

Checklist para tu cita médica

Para aprovechar la consulta, prepara un registro de síntomas (inicio, frecuencia, gravedad), medicación y suplementos actuales, hábitos de sueño y ejercicio, antecedentes familiares de cáncer de próstata o mama, y expectativas realistas. Formula preguntas clave:
¿Mi cuadro encaja con un hipogonadismo clínicamente significativo? ¿Qué pruebas adicionales necesitamos? ¿Qué objetivos de testosterona son adecuados para mi caso? ¿Cómo monitorizaremos eficacia y seguridad? ¿Qué cambios de estilo de vida potenciarán los resultados? ¿Qué señales de alarma deben hacerme suspender y consultar?

Plan de 30 días para empezar

Días 1–7 · Evaluación y base

Solicita analítica matutina completa; organiza un diario de sueño y actividad; inicia caminatas diarias de 30–45 minutos y dos sesiones ligeras de fuerza (cuerpo completo) enfatizando técnica y amplitud de movimiento. Reduce alcohol a 0–3 consumiciones/semana y establece horario fijo de acostarte y levantarte. Asegura 1,2–1,6 g de proteína/kg/día distribuidos en 3–4 tomas con alimentos ricos en leucina (lácteos, huevos, legumbres, pescado).

Días 8–14 · Progresión

Aumenta a 3 sesiones de fuerza con sobrecarga progresiva y añade 2 sesiones cortas de intervalos suaves en bicicleta o caminata en cuestas. Revisa fármacos con tu médico si sospechas interferencias. Estructura comidas Mediterráneas: verduras a diario, aceite de oliva virgen extra, frutos secos, pescado azul 2 veces/semana. Emplea respiración 4‑7‑8 tras el trabajo para modular estrés.

Días 15–21 · Decisiones

Con resultados en mano, revisa con tu profesional: si hay hipogonadismo con síntomas, valora opciones de TRT y acuerda objetivos y controles; si no, ajusta planes de sueño, fuerza y peso. Corrige déficits (vitamina D/zinc) si aparecen. Define métricas: energía auto‑reportada, carga total levantada, perímetro cintura, calidad del sueño.

Días 22–30 · Consolidación

Implementa el plan consensuado, agenda el primer control (6–12 semanas) y mantén constancia. Registra cambios en ánimo y deseo, y comunica efectos adversos de inmediato. Mantén expectativas realistas: la composición corporal mejora en semanas‑meses; la salud ósea requiere meses‑años de estímulos y seguimiento.

“La constancia en hábitos multiplica y sostiene los beneficios de cualquier terapia.”

Preguntas frecuentes

¿La testosterona alta siempre es mejor?

No. El objetivo es un rango fisiológico adaptado a cada persona. Niveles excesivos aumentan riesgos (policitemia, acné, retención de líquidos) y no garantizan más beneficios.

¿La TRT causa cáncer de próstata?

La evidencia actual no demuestra que cause cáncer de próstata, pero puede estimular tejido prostático existente. Por eso se requiere cribado y seguimiento adecuados, especialmente en varones con riesgo.

¿Puedo usar TRT si quiero tener hijos?

No es lo ideal: la TRT suprime la producción de espermatozoides. Si la fertilidad es prioritaria, comenta alternativas con un andrólogo.

¿Qué pasa si dejo la TRT?

Si el hipogonadismo persiste, al suspender la terapia pueden regresar los síntomas. La decisión debe ser planificada con tu profesional.

¿Y si soy mujer posmenopáusica?

En determinados casos seleccionados y con dosis bajas, la testosterona puede considerarse para deseo sexual hipoactivo. Debe indicarla y monitorizarla personal experto, evitando niveles suprafisiológicos.

Conclusiones

La testosterona es un regulador integral de la salud tras los 50: sostiene músculo y hueso, apoya el metabolismo, influye en ánimo y respalda la sexualidad. Su descenso con la edad es habitual, pero no significa resignarse a la fatiga y la pérdida de función. Una evaluación rigurosa, hábitos potentes y—cuando procede—una terapia bien indicada y monitorizada permiten recuperar vitalidad con seguridad. La clave está en la personalización y en el seguimiento continuo. Si sospechas un déficit, da el primer paso: mide, ordena tus hábitos y conversa con profesionales de confianza.

Da el siguiente paso

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Referencias bibliográficas

A continuación se listan fuentes primarias y revisiones de alto nivel. La información divulgada en este artículo no sustituye la consulta médica.

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